Confiar, esperar, amar… Navidad.

Adviento.

Tiempo de preparación. Inicio. Espera. Viaje al interior. Gestar una nueva vida lleva su tiempo, su cocción. El sabor de lo reposado siempre gana frente a lo cocinado con prisa, sí. La comida rápida gana en sabor momentáneo, pero luego te deja un fondo o un vacío (o un empacho) que no.. que no convence.

En este mundo comercial en el que en verano ya te anuncian el inicio de curso, en septiembre Halloween y en octubre encuentras polvorones por los pasillos de los súper; en este mundo, parece que nos hemos olvidado de vivir lo que significa la Navidad.

¿Qué es para ti la Navidad? ¿Cómo la recuerdas? Seguro que tienes buenísimos recuerdos de tu infancia que se han ido diluyendo conforme crecías. Y sí, siempre es eso que cuentan de quererse, de compartir, de acoger a los demás.. que tristes unas navidades estando solo, no?

De repente me topo con este tuit.

tuitSinTrabajo

Xiskya, como siempre, iluminando mi camino interior. Vaya! la cruda realidad.

Como si hubiera sido un choque brutal contra algo duro, viene a mi memoria y a mi ánimo una Nochebuena en especial. Llevábamos varios años de penalidades, salvando los reveses de la vida con cierto… digamos, estilo. A cada situación difícil, juntos, encontrábamos una solución. Bueno, esa urgencia por arreglar las cosas modificaba nuestra forma de vivir, pero lo importante era que estábamos juntos. Yo me fui a buscar trabajo a otra ciudad, a 600km separada de mi familia, precisamente para que la familia subsistiera, pero en la distancia… seguíamos juntos. No duró mucho, para Navidad (bendita Navidad) volvíamos a estar físicamente… juntos. Aprendimos a vivir en otras casas que nos acogieron, aprendimos lo que fue la caridad, el cariño que otros tuvieron con nosotros. Aprendimos a superarnos y adaptarnos a una vida nueva lejos de la antigua vida cómoda que conocíamos, pero ya caducada.

Parecía que todo marchaba, pero hubo otro crack y de todas, todas, nos vimos en la calle a menos de un mes de Nochebuena. No importó, estábamos juntos. Esa fuerza que nacía de nosotros, de nuestro cariño, pudo resolver todos los problemas. Vendimos lo poco que teníamos y empezamos de cero… otra vez. Teníamos lo básico: un techo, un lugar donde dormir y una vieja cocina que no tenía mesa, ni sillas, ni tele. Pero nada importaba porque, otra vez, volvíamos a plantar cara al «mal tiempo»… juntos.

Llegamos al límite con la fecha, dos días antes de Navidad nos atareamos para adecentar la nueva morada. También llegamos al límite con la cuenta corriente. Nos habíamos quedado literalmente «pelados». Partíamos de cero, y de verdad. Vivíamos ahora en plena avenida de la ciudad, lleno de tiendas, lleno de luces, lleno de ofertas suculentas (y carísimas) para Navidad. ¿Qué Navidad?. Para la nuestra no podía ser… nosotros esa noche cenamos un hervido de judía verde con salchichas a la plancha. Recuerdo a papá, a mamá, a mi hermano y a mi «recién» novio sentados en mecedoras y sillas viejas, alrededor de una mesa de playa, cantando villancicos y riéndonos porque estábamos… juntos.

Nunca he vivido una Nochebuena tan auténtica como esa. No había de nada, pero había confianza, había amor, había fe. Había TODO, aunque no hubiera nada.

Bueno y había también una botella de Faustino V, el único lujo que nos permitimos mi hermano y yo. Ese fue el regalo que le hicimos a mi padre entre los dos y que él quiso compartir esa noche con su familia. Ha llovido mucho. Pero desde entonces no hay día que, cuando cocino hervido para los míos, no piense en la suerte que tuvieron aquellas bajocas de ser testigo de nuestra alegría.

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Desde esa Navidad todo ha cambiado. Ya nada es lo mismo. Algunos faltan, otros no están. Y cuando llega otra vez el tiempo de Adviento, siempre abro esa ventana y dejo que entre el maravilloso recuerdo que me enseñó lo que significa de verdad confiar, esperar y amar.

Y tu… ¿crees en la Navidad?

Decoración de Navidad hecha por tus hijos.

Ya es Adviento.
Y aunque para nosotros representa el final del calendario, en realidad es el primer periodo del año litúrgico cristiano. Lo comprenden los cuatro domingos anteriores a la Navidad, aunque el tiempo de espera varía si hablamos de la Iglesia Cristiana Ortodoxa, que lo extiende 40 días desde finales de noviembre hasta el día 6 de Enero (festividad de la Adoración de los Magos).

Seas más o menos cristiano, más o menos practicante, la realidad es que estos días de espera antes de la Navidad se traduce en niños expectantes y nerviosos ante las luces que se encienden, las vacaciones del cole que llegan, los regalos y…¡el tiempo libre!

Tus hijos están en estos momentos acabando las evaluaciones del primer trimestre. Han hecho un gran trabajo desde Septiembre y estamos a una semana del final de las clases. Ya hay pocos contenidos nuevos que aprender y cada día llegan menos deberes a casa por las tardes.

Aprovecha este tiempo para que se impliquen en la decoración de Navidad de tu hogar.
Estarán muy entretenidos y te ahorrarás bastante dinero.
Además a ellos les encantará participar en esas manualidades, si el resultado va a ser expuesto en casa a todo aquel que entre y lo vea.

Los materiales deben ser caseros. No tiene mucho sentido gastarte un dineral en comprar cosas para hacer tu decoración, (para eso, cómprala y deja de leer esta entrada). Pero si lo que quieres son ideas, mira a tu alrededor. Aprovecha un paseo por el monte para recoger algunas piñas. Convoca a los niños una tarde, esparce periódicos en una mesa grande y déjales pintarlas a su gusto. Sólo tienes que proporcionarles témperas y algunos retazos de telas o lazos que tengas por casa. Su imaginación hará el resto.

 Ahora que es tiempo de naranjas, hazte un centro con esta fruta. Con un pelador hazles surcos decorativos. Déjaselas a los niños para que las decoren con clavos de especia y verás qué centro más aromático tienes! Si a eso le añades unas ramitas de pino (ojo! no las rompas de los árboles! Seguro que encuentras ramas caídas en tus paseos por el monte), ni te cuento la fragancia.
 
 
Si a tus hijos lo que les gusta es recortar, aquí tienes una idea de cómo hacer copos de nieve con esta técnica. Puedes proporcionarles hojas en blanco, en color, metalizadas, hojas de papel que no sirvan, de esas que acumulas como «papel miseria» para tomar notas. Dóblalas en varias veces como indica la figura y dibújales la sección del copo de nieve. Como hacer los monigotes de los inocentes de cuando eras pequeño, ¿te acuerdas?
Esos copos de nieve pueden decorar una ventana o, unidos con un hilo, pueden colgar como una guirnalda en cualquier estancia.
 
 
Esta es otra idea para los que les gustan las tijeras, incluso para esos pequeñines que están empezando a recortar en el cole.
Hazles recortar tiras de un dedo de ancho (como mucho). Con un poco de pegamento, se unen las puntas (forma de lágrima) y se agrupan 5 de ellas en forma de estrella. También puedes hacer un doblez en la mitad de la tira de papel y pegar los extremos para conseguir un corazón. Ten la precaución de incluir un hilo antes de unir las puntas del papel.. y tendrás una decoración bien bonita para colgar de la lámpara del comedor.
 
 
Las tarjetas de navidad es otra fuente de inspiración para hacer manualidades. Aquí tienes una idea muy original, para niños más mayores o para que tú ayudes a los más pequeños con el cutter.
Puedes cambiar el Árbol por cualquier otro motivo, puedes implicar a los niños pidiéndoles que lo pinten o que lo decoren con pasta, botones o cualquier material otro material antes de recortarlo, puedes cambiar el papel…
 
Usa tu imaginación!… y la de tus hijos!
Feliz Navidad!